
El macrismo respondió a la tragedia de Beara cerrando lugares donde se toca música en vivo, incluido el Café Vinilo, sede oficial del Festival de Jazz. Las bandas se refugian en casas particulares y los músicos protestan en la calle.
El derrumbe en el boliche Beara marcó el inicio de una ola de clausuras indiscriminada a los bares y restaurantes donde tocan bandas. Lo notable es que muchos estaban expresamente autorizados para hacerlo. Por ejemplo, el Café Vinilo, uno de los lugares afectados, fue sede en 2009 del Festival de Jazz organizado por el gobierno porteño y está seleccionado para serlo en 2010. El director del festival, el pianista Adrián Iaies, iba a presentar el próximo sábado allí su disco Cinemateca finlandesa.
"Nos eligieron por las capacidades técnicas y físicas del lugar, las mismas por las que ahora nos clausuraron", dice el dueño, Ezequiel Ordóñez, que cuenta que el restaurante afectado tuvo nueve inspecciones previas a la tragedia de Beara y nunca vieron problemas. Hasta ahora: "Estaba tocando Diego Schissi Quinteto cuando llegaron los inspectores y nos pidieron que levantáramos el show porque si no clausuraban. Como nos negamos, procedieron", explica Ordóñez. Hoy tienen inhabilitado el escenario pero no el restaurante. Y agregó: "Están actuando de manera ilógica, primero te clausuran y luego se fijan si estás bien habilitado".
Inspecciones encubiertas con agentes que se hacen pasar por público, uso de la fuerza y aprietes: los músicos y los dueños de bares sostienen que el macrismo está sensibilizado por el derrumbe de Palermo e inició una suerte de "persecución a la música en vivo". El sábado pasado, un inspector entró a los empujones al club Vuela el Pez, donde uno de sus socios festejaba el cumpleaños. "Se identificó como Horacio, ingresó corriendo y filmando con un teléfono", denunció Demián, otro de los dueños. El agente decidió clausurar porque -según consta en el acta- había personas bailando. "Es falso, había dos chicas paradas moviendo el torso, pero eso no es un baile", dice Demián. Era la tercera vez que abría Vuela el Pez, luego de nueve largos meses de trámites para obtener la habilitación. Los jóvenes del Espacio Cultural Bonpland descubrieron a dos agentes encubiertos del Gobierno que visitaban el lugar mostrándose interesados en las actividades. malestar es grande y abundan las anécdotas de maltrato. En un bar de Villa Ortúzar, por ejemplo, los inspectores fingieron que eran público y después apretaron al dueño, que pidió anonimato por temor a las represalias.
Javier Ibáñez, titular de la Agencia Gubernamental de Control, reconoció durante su interpelación en la Legislatura, que se dedica a rastrear a través de las redes sociales de internet, webs y blogs los lugares donde hay shows de música en vivo. "No creía que eso existía, hasta que me cayó un inspector con una hoja impresa de la invitación que hice para un show 17íntimo a través de Facebook", aseguró el dueño de un bar ubicado en Belgrano.
Subversivas corcheas
Este lunes, más de mil personas se movilizaron frente a la Jefatura de Gobierno porteña y cortaron la Avenida de Mayo con un reclamo doble: que se frenen las clausuras y que se reglamente la ley de Concertación Musical de la Ciudad, sancionada hace más de un año. Opinan que esto solucionaría la situación de los espacios que desarrollan actividades culturales y que son perseguidos por el Estado. "El macrismo inició una caza de brujas, una persecución grotesca de la música en vivo", aseguró Diego Boris, socio fundador de la Unión de Músicos Independientes e integrante del grupo musical La Tolva. Boris pone de ejemplo el Café Vinilo, donde el bar está habilitado pero el escenario no: "Es un emblema, con eso te están diciendo que la música es un peligro", sintetizó. La marcha convocó a figuras como Liliana Herrero, Teresa Parodi y Leopoldo Federico, pero también a muchos jóvenes que se manifestaron con instrumentos musicales en plena calle. Ningún funcionario los recibió aunque quedó pendiente una cita con el ministro de Cultura, Hernán Lombardi, y la Agencia Gubernamental de Control.
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