domingo, 22 de enero de 2012

En Barracas, al sur


Los invito a compartir un texto que me ha llegado de un compañero que, junto a varios de nosotros, se pregunta: hasta donde llegaran las politicas sociales macristas contra los que menos tienen? 

...empecemos a odiar.
Eran las 9,30 hs. del viernes  6 de enero y estaban los tres, en el parque España, infatigables, sentados alrededor de uno de los cestos de basura que pueblan el parque, con los “desperdicios” dispuestos por el piso. Como en una fastuosa mesa de donde tomar los manjares, desvencijados, sin formas, por el destrato sufrido, se veían horribles.
Cada uno de los pibes muñido con una botella de sidra festiva, las cuales chocaban en un simulacro de brindis sin fin, al compás de risotadas plenas, de picardía y franquezas, no había dudas, estaban felices.
El mas joven, un flacucho, en buzo con capucha y gorra,  reía con una claridad tremenda, con una alegría que daba envidia, contagiaba el “Wachiturro”.  
El otro impresionaba un tanto mas grande, como de unos 12 o 13 años, menos risueño, un tanto mas voraz, tomaba de una en una las porciones de las bolsas negras, de una huesos de pollo, con pellejo, entre tapas de cerveza y puchos, de otra, mayonesa para sazonar y miga de pan, y las  apuraba para la boca en forma automática.
El tercero cara redonda ojos grande, con bermudas naranja y sudadera de boca, con su gorra calzada hasta las cejas, animaba el encuentro, canturreaba “matador” y “empinaba el codo”, reclinado sobre su brazo derecho, entre estrofa y estrofa.
No había dudas era una fiesta privada de tres pibes; y mi perra y yo   los testigos privilegiados,  como paparazis con suerte, o testigos de la caída de un angel.
Únicos observadores del festejo de Reyes Magos, los que nunca pasaron por la vida de estos chicos, ni por las de sus padres.

El parque en calma, los pájaros en silencio, como descansando de la noche ajetreada por los festejos ajenos,  como un momento sin tiempo.
Solo la dureza de esta realidad de  pibes de entre 9 y 12 años que comen de la basura, desborda amargura, te despierta del letargo del verano, de los festejos, y  te atraviesa la indignación en la garganta.

¿Qué efecto o mecanismo psicológico nos somete a tamaña alienación como sociedad para bancar a cotidiano y en cada esquina  de la ciudad la situación de estos pibes, en ocasiones, familias enteras revolviendo la basura de los volquetes dichosos?

¿Por qué a estos niños no los sentimos como propio, y  no nos duele su tremendo desamparo?
¿Porque no hay indignación, rabia, bronca u odio? , y en su lugar, solo una mueca tímida de desagrado, casi como un tic y que se nos dibuja en el rostro, cuando  vemos la carita sucia de los mas chiquitos.
¿El silencio, la indiferencia ante esta situación, nos hace cómplice?
¿Donde están las políticas sociales de la gestión macrista?.

Ronda en mis recuerdos, la película, “El huevo de la Serpiente” de I. Bergmam, “la escena del caballo que se  manca en la calle y lo diseccionan in situ,  se  reparten entre algunos transeúntes, los trozos del animal aun vivo ante la mirada atónita de otros”.
Y una reflexión, traída desde los confines de la “edad media”, para nuestro jefe de gobierno y para nosotros.
... Maquiavelo aconseja que sobre todas las cosas un Príncipe siempre debe evitar ser odiado, ya que en esa situación nada impedirá que termine destronado. Para evitar ser odiado el Príncipe nunca debe interferir con los bienes de sus súbditos ni con sus esposas, ni con sus hijos, ya que argumenta que un subordinado olvida más rápido la muerte de su padre que la pérdida de sus riquezas, o la lagrimas de su mujer o las de sus hijos...
Y nosotros, como mínimo, empecemos a ODIAR.

Eduardo

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