miércoles, 26 de enero de 2011

Velódromo municipal: basura, ruinas y varios usurpadores de lujo

Zona restringida. Prohi­bida la entrada", dice el cartel colgado del por­tón de lo que antes fue­ra un espacio público: el mítico Velódromo Municipal.
"No pueden pasar sin auto­rización escrita del gobierno de la Ciudad", le dice al cronista un guardia grandote que tiene bor­dada en la chaqueta una palabra: Mantelectric. Ésa es una empre­sa dedicada a obras de ingenie­ría que trabaja para el Gobierno porteño, presuntamente vincula­da con Mauricio Macri. Es, ade­más, uno de los usurpadores del viejo Velódromo, tomado desde hace años por "okupas" de cue­llo blanco.
El grandote de Mantelectric habla por handy con un Martín.
-Hay periodistas -le dice- quieren sacar fotos.
-Necesitan una orden escri­ta del gobierno de la Ciudad. ¿De dónde son?
-De Diario Z.
-¡Noooo, de ninguna mane­ra! Si no tienen la orden escrita no los dejes pasar...
Mientras ese diálogo se de­sarrollaba, entraban camiones de Mantelectric. Otros, de la misma empresa, estaban estacionados allí, a la vista.
El viejo Velódromo de la Ciu­dad de Buenos Aires es un col­gajo ruinoso desde hace casi 20 años. Pocos recuerdan ahora, en medio de los yuyales que cubren sus antiguas pistas, que en los años 50 y 60 miles de personas bajaban del tren en Palermo y lle­2011gaban hasta allí a pie, por Juan B. Justo, para ver las carreras cuan­do el ciclismo era deporte nacio­nal y sus principales figuras salían en la tapa de El Gráfico. El ciclis­mo en la Argentina no ha decaí­do y por primera vez consigue medallas olímpicas, pero el Veló­dromo está muerto y hasta un in­forme técnico dice que debe ser demolido porque sus fallas es­tructurales son irreversibles.
Allí se jugaron los Panameri­canos de 1951, y mucho más tar­de, en 1979, en el Velódromo se disputó el Mundial Juvenil de ci­clismo. "Los que amamos este deporte no tenemos muy en cla­ro en qué momento perdimos el Velódromo, que para noso­tros tiene un valor sentimental muy fuerte", dice Gabriel Curu­chet, presidente de la Federación y apellido histórico de los pedales argentinos.
Y no sólo de bicicletas vivió el Velódromo. En sus últimos tiem­pos de esplendor, allá por 1970, en él se hizo el primer festival de rock al estilo Woodstock en la Ar­gentina, el Buenos Aires Rock, en el cual, entre otros, tocaron Al­mendra, Manal y Moris.
En este momento, el pre­dio del Velódromo está usurpa­do. Pero no por pobrerío en bus­ca de techo, como ocurrió en el Indoamericano. En este caso, los "okupas" son, por ejemplo, el Club Universitario de Buenos Ai­res (CUBA), que tomó manu mi­litare una porción del predio para que sus socios lo usen como pla­ya de estacionamiento. Y también el gobierno de la Ciudad, que per­mite a la empresa Mantelectric, dedicada a obras de ingeniería, usar irregularmente otra parte del Velódromo. Otro sector se utiliza como depósito de autos abando­nados. También lo usa la comisa­ría 23ª de la Policía Federal, que guarda ahí coches secuestrados.
Recuperación que no fue
Los Panamericanos de 1951 inauguraron el Velódromo. Trans­curría la primera presidencia de Juan D. Perón. Se lo había cons­truido según los parámetros más novedosos de la época, y los en­tendidos elogiban la precisión mi­limétrica que se había dado al declive de las pistas, un detalle importantísimo para los ciclistas. Sus dos tribunas impactantes te­nían capacidad para 15 mil espec­tadores. En esos Panamericanos, dicho sea al pasar, los ciclistas ar­gentinos arrasaron: consiguieron 152 medallas, una marca que no se repitió.
En 1997, el gobierno de la Ciu­dad, encabezado por Fernando de la Rúa, recuperó el Velódromo de una concesión irregular, que lo había dejado en el abandono. En verdad, decir que lo "recupe­ró" es una exageración. Porque como si no supiera qué hacer con él, lo dejó tan abandonado como lo encontró.
Diez años después, un informe técnico del Centro Argentino de Ingenieros indicó que el Velódromo debe ser demolido: su permanencia, dice esa institución, es un riesgo para la seguridad, sus fallas estructura­les son insalvables e intentar repa­rar un edificio tan deteriorado sal­dría más caro que construir uno nuevo.
Desde que asumió, el gobier­no de Macri elaboró varios proyectos para el lugar. Uno era de­moler el Velódromo y construir ahí un polideportivo. Otra idea, más prosaica, fue convertirlo en una enorme playa de estaciona­miento en medio del Parque Tres de Febrero. Por el momento, no hay ni asomo de polideportivo ni de playa de estacionamiento. Por el contrario, CUBA, Mante­lectric y el gobierno de la Ciu­dad están ahí de "okupas". Los yuyales siguen creciendo y sólo avanzan las ruinas. Por otra par­te, la suerte del Velódromo pro­dujo una interna extraña en el go­bierno de la Ciudad. La Secretaría de Deportes porteña quería re­construir el Velódromo, pero de­bió desechar la idea porque no le dieron presupuesto. Mientras tan­to, en el ministerio de Medio Am­biente duerme un proyecto para erigir un centro de deportes y es­pectáculos. Por ahora, nada. Solo el recuerdo de los memoriosos y olvido de los funcionarios.

Fuente: Diario Z

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