martes, 17 de agosto de 2010

Macrigate: Amigo en problemas


Revista veintitres, 2 de agosto de 2010

Como adelantó Veintitrés en su última portada, el secretario de Recursos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires, Andrés Ibarra, está llamado a ser la nueva pieza clave en el escándalo del espionaje ilegal en el gobierno de Mauricio Macri. Es casi un hecho que antes de que termine la primera semana de agosto el juez federal Norberto Oyarbide habrá tomado la decisión de citar a Ibarra para que preste declaración indagatoria. Si ese llamado se concreta en los plazos previstos, en poco más de 15 días Ibarra debería estar visitando los tribunales de Comodoro Py, luego de lo cual el magistrado podría sumarlo a la larga lista de procesados en este affaire.

El delito imputado al poderoso secretario porteño podría ser el mismo por el que Macri y el ex comisario Jorge “Fino” Palacios ya fueron procesados en dos oportunidades: partícipe de una asociación ilícita dedicada a realizar escuchas telefónicas. Otra figura delictiva que podría caberle a Ibarra, que antes de recalar en el Ministerio de Hacienda fue el hombre fuerte de la cartera de Educación, es la de encubrimiento, por haber sido responsable del ingreso de Ciro James en el gobierno porteño a través de su contratación.

Pero la importancia de Ibarra en el Macrigate no sólo remite a su rol como funcionario, sino a su vínculo con los personajes principales del relato que Oyarbide intentar reconstruir. El secretario es uno de los gerentes que Macri trajo consigo desde sus empresas privadas para formar un círculo de confianza en el Ejecutivo porteño, donde tuvo y tiene cargos estratégicos, con manejo de personal y caja. Se entiende: con el jefe del Pro, Ibarra tiene veinte años de negocios compartidos. Fue ejecutivo en varias compañías del holding Socma, director en la ruinosa concesión macrista en el Correo Argentino y gerente general en Boca Juniors. Justamente, en Boca trabó relación con el “Fino” Palacios, designado jefe de seguridad del club cuando Ibarra era una de las máximas autoridades y Macri el presidente.

Todos estos elementos hacen que, cuando se siente ante el juez, Ibarra tenga mucho que responder, por saberlo de primera mano. Por ejemplo:

- ¿Por pedido o recomendación de quién James desembarcó en la Ciudad? En ese momento, Ibarra era el subsecretario a cargo de las contrataciones de personal en el Ministerio de Educación, con libertad de acción y manejo de fondos millonarios. Macri y el ex ministro Mariano Narodowski dijeron que la recomendación vino de la Universidad de La Matanza, una versión negada por las autoridades de esa casa de altos estudios. Además, el propio Palacios había dicho: “A James lo recomendé yo”, en referencia a su gestión para que su ex subordinado en la Federal entrara a la Metropolitana.

- ¿Cómo se justifica el sueldo privilegiado que James recibió por un año? A pesar de no tener muchos avales en temas educativos –sí los poseía en cuanto a espionaje–, se le firmaron contratos por 6.000 pesos mensuales y se reasignaron partidas, algo difícil de logar sin consentimiento político.

- ¿Por qué no hay registro alguno del paso de James por ese ministerio? Para la Cámara de Apelaciones, la versión más atendible es que el espía no cumplía ninguna función en el área de Educación y que mientras percibía allí un importante sueldo, “se concentraba en la actividad de inteligencia”.

La pregunta que se hace Oyarbide es cuál será la versión de Ibarra. Pronto se sabrá. La respuesta del funcionario podría marcar el futuro político de Macri, el hombre para quien trabaja hace dos décadas y que hoy, además de la batalla por el juicio político en la Legislatura, podría tener que enfrentar un segundo frente judicial. Sucede que en la causa por la ruidosa licitación del mobiliario urbano, donde hace dos meses la Cámara del Crimen revocó el sobreseimiento del jefe de gobierno, también podría haber novedades para Macri.

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