
Los medicamentos constituyen una mercancía que impacta directamente sobre la cuestión del derecho a la vida y la salud. Pero como mercancía poseen además una dimensión económica muy importante, al tener la industria farmacológica la posibilidad de agregar valor a nuevos productos a través de la investigación, desarrollo y producción. Esto entraña la contradicción entre el derecho a la vida y la salud de la población, y el derecho de quienes invierten capital en investigación y desarrollo a cobrar su rentabilidad. Queda claro quienes priorizaron el derecho a la salud y quienes el derecho al capital. La Ley Nacional de PPM podrá garantizar el abastecimiento de una amplia gama de medicamentos para los hospitales públicos, bajando considerablemente el gasto en la compra de los mismos. La falta de medicamentos en los hospitales es hoy un hecho, los hospitales de paro así lo demuestran, como la falta también de otros insumos. La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a raíz de los reclamos recibidos, entre ellos negar Cefalexina a una paciente inmunodeprimida cursando una enfermedad infecciosa (actuación 3505/09), emitió la Resolución 3970/09 donde recomendó a los Directores de Hospitales que garanticen la provisión de medicamentos. Pero la política de Macri se da en otro sentido: los locos, a la calle; total después se puede llamar a la UCEP para que los corra. El intento de Macri de avanzar con el cierre de los hospitales Borda, Moyano y Tobar García, no tuvo que ver con mejorar las condiciones de vida de las personas que allí se encuentran internadas, ni guarda relación con el sentido de la ley de Salud Mental (que no plantea el cierre de los manicomios, si no transformarlos en hospitales psiquiátricos de atención ambulatoria). En realidad, la intención era construir un “Parque Cívico”. La producción pública, ni la salud, le interesan a Macri. El negocio está en lo inmobiliario.
Fuente: Revista Hamartia, martes 12 de julio de 2011
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